Hay otros mundos

Las arañas de Marte, de Gustavo Espinosa

Esta es la novela, más amplia, si se quiere, más convencional y –tal vez– más necesaria que Espinosa escribió luego de Carlota Podrida. Ha recibido varios premios (premio Bartolomé Hidalgo 2012  y 2do premio en los Premios Anuales de Literatura del MEC 2013) y ha conocido varias reediciones (fue editada por Hum y por Banda Oriental), además de cosechar muy buenas reseñas críticas. Aborda un suceso tenebroso de 1975 cometido por los militares uruguayos (la detención y tortura durante varios meses de adolescentes de la UJC) que por diversas razones, que valdría la pena explorar en otro momento, es desconocido para la inmensa mayoría de los uruguayos.

A fines de 1975 se organizó en Treinta y Tres un campamento con las juventudes frenteamplistas (mayormente comunistas), con ciertos visos de clandestinidad (era difícil que fuera realmente clandestino). Los militares detuvieron a sus integrantes, cuyas edades oscilaban entre los 13 y 18 años, durante varios meses (en los casos donde los implicados cumplieron la mayoría de edad, la prisión se extendió a años). Fueron sometidos a torturas y calumniados por la prensa nacional (la novela reproduce una nota del diario La Mañana) bajo la denuncia de que en el campamento se producían “orgías” y “prácticas promiscuas”. Esto conllevó una sanción social sobre las muchachas participantes que, en plena adolescencia, quedaron desprestigiadas ante la comunidad treintaytresina. Además en varios casos se les prohibió continuar el liceo, por lo que fueron forzadas a emigrar hacia la capital o hacia el exterior (la novela es una carta dirigida a alguien que vive en Suecia, presumiblemente un uruguayo exiliado que tal vez haga una tesis o una novela y que vivió los acontecimientos de cerca).
Siguiendo la puerta abierta por Carlota Podrida, la novela sirve para reflexionar sobre varios tópicos que trascienden la anécdota. Entre otros, sobre la alta cultura y la cultura de masas, y sobre los mundos que conviven en un mismo territorio (en este caso Treinta y Tres) y hasta en una misma persona.
En este caso el protagonista, un adolescente que quiere conocer la vida, y que ingresa o bordea los mundos de la política, el rock, los payadores y declamadores rurales, la murga, la cumbia, por no hablar del mundo del sexo, que conviven (en nuestra mente y hasta en nuestro discurso) separados aunque puedan ser habitados por un mismo joven adolescente. Pero en Treinta y Tres, y en 1975, estos universos fascinantes a veces pueden tener lógicas que acaben por devorarlo.
Un detalle importante, antes de publicar el libro Gustavo Espinosa envió el manuscrito de la novela a varias de las víctimas, y todas lo recibieron con beneplácito. Puede pensarse que es por una razón: se trataba de una historia que era necesario contar.